México logró esquivar, al menos momentáneamente, la reedición de una guerra comercial que fue iniciada por Donald Trump en 2018. Desde entonces algunas cosas han cambiado. México ha salido fortalecido desde la renegociación del T-MEC y ahora, casi 7 años después, enfrenta una amenaza arancelaria que le obligará a conceder algunos deseos del inquilino de la Casa Blanca. ¿Qué diferencias, similitudes y consecuencias hay entre el primer periodo de Trump y el actual, en términos de las relaciones comerciales entre los dos países?

México superó a China

Aranceles de 2018 vs. aranceles de 2025 La respuesta de México Aranceles 2025, la diferencia son los cárteles Consecuencias del primer embate Los “beneficios” para los estadounidenses

En 2017, China era el origen del 21% de las importaciones de Estados Unidos y México el segundo mayor socio comercial, pero solo representaba cerca del 13% de sus importaciones, apenas por arriba de Canadá, con el 12.43%. Para 2023, las cosas cambiaron. Ahora México superó al gigante asiático como el origen principal de las importaciones estadounidenses. Esto se debe a que la mayoría de los aranceles que impulsó Trump en contra de China se mantuvieron durante el mandato de Joe Biden, beneficiando a los exportadores mexicanos. México, por su parte, pasó a depender cada vez más de las compras estadounidenses. Y ahora más del 82% de las exportaciones mexicanas tienen como origen Estados Unidos, cerca de 3 puntos porcentuales más que en 2017. En junio de 2018, Donald Trump decidió imponer aranceles a las importaciones mexicanas de aluminio y acero, del 10 y el 25%, respectivamente. La economía de México no fue la única víctima, en ese primer periodo de Trump, Canadá, Turquía, China y la Unión Europea también se enfrentaron a este tipo de medidas. El presidente estadounidense, en esa época, argumentó que los aranceles eran necesarios para devolver empleos a la manufactura y fortalecer a la clase trabajadora de su país, así como proteger la seguridad nacional, detener el tráfico de drogas y también para renegociar acuerdos comerciales que consideraba injustos para su país. En términos más simbólicos, Trump ordenó la construcción de un muro fronterizo, entre México y Estados Unidos. En julio de 2018, México tomó represalias contra Estados Unidos, al imponer aranceles a mercancías con valor de 3,000 millones de dólares. Los principales productos afectados fueron carne de cerdo, manzanas, arándanos y papas estadounidenses. Pero también se aplicaron tarifas a la importación de manufacturas. Posteriormente, hubo una segunda etapa de represalias, al elevar los aranceles sobre dichos productos del 20 al 25%. Los aranceles al aluminio y al acero mexicanos terminaron el 17 de mayo de 2019. Después de casi un año de “guerra comercial”. Pero no terminó ahí la incertidumbre. A finales de ese mismo mes, Donald Trump reveló su intención de imponer un arancel del 5% a todas las importaciones provenientes de México, y amenazó con aumentarlos hasta 25%, si México no resolvía el “problema de la inmigración ilegal”. Donald Trump esperó menos tiempo para imponer aranceles en su segundo mandato. El 1 de febrero hizo oficial la orden ejecutiva para implementar tarifas del 25% a todas las importaciones provenientes desde México y Canadá y de 10% a las de China. Trump argumentó que los tres países eran responsables del flujo de fentanilo hacia Estados Unidos. Por esto, el presidente utilizó la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, una ley local que permite congelar y bloquear transacciones en respuesta a amenazas inusuales y extraordinarias fuera de EU. Y, de hecho, en esta ocasión Trump acusó al gobierno mexicano de tener una complicidad con los cárteles del narcotráfico, ahora considerados como organizaciones terroristas. Esta es una de las principales diferencias con su primer mandato. Tanto así que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, accedió a enviar a 10,000 elementos de la Guardia Nacional a la frontera con Estados Unidos con el fin de evitar el trasiego de drogas y la inmigración ilegal. Solo así pudo posponer, durante un mes, la implementación de los aranceles, programada originalmente para el 4 de febrero de 2025. A cambio, Estados Unidos se comprometió a enfrentar el tráfico de armas de alto poder hacia México, una demanda que viene desde el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Además, ambos gobiernos crearán mesas de trabajo con funcionarios de seguridad y salud. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau también logró negociar con Donald Trump y se comprometió a crear una fuerza de ataque conjunta con Estados Unidos, para combatir el tráfico de fentanilo. Para ello, también nombrará a un zar antidrogas. Además, al igual que hizo Trump, incluirá a los cárteles del narcotráfico en la lista de organizaciones terroristas. A casi siete años desde que Trump impuso los primeros aranceles a México, al acero y al aluminio. México cobró mayor relevancia en las cadenas de producción de diferentes sectores, principalmente el automotriz. Una de las principales consecuencias de ese primer embate fue la renegociación del TLCAN, que a la postre se conocería como el T-MEC. El T-MEC se firmó el 30 de noviembre de 2018 y abarcó nuevos capítulos y sectores, como el comercio digital y una mayor integración de la industria automotriz, al exigir que el 75% de un vehículo debe ser fabricado en Norteamérica. Además, se exigieron mejores regulaciones en términos ambientales, anticorrupción, condiciones laborales y de competitividad. Los aranceles a China, que han persistido en su mayoría desde 2018, beneficiaron al sector exportador mexicano. Hasta la primera mitad de 2019, Taiwán y México absorbieron en conjunto el 36% del “efecto desviación de comercio”, es decir, el hueco dejado por las exportaciones China hacia Estados Unidos, según un estudio del Banco de los Países Bajos. Otra de las consecuencias de los aranceles, en el primer periodo de Trump fue que, en 2019, México también envió 27,000 elementos de la recién creada Guardia Nacional a la frontera, para contener el flujo migratorio, tanto en la frontera sur, como en la norte. De acuerdo con un análisis realizado por la Reserva Federal, los aranceles de Trump tuvieron un efecto contrario: “Nuestros resultados sugieren que los aranceles no han impulsado el empleo o la producción manufacturera”, señalaron los autores tras analizar el efecto de estos impuestos después de más de un año de su implementación. Y no solo eso, los datos sugieren que el impulso al empleo que pudo observarse por la protección a ciertas industrias fue más que compensado por efectos negativos en las manufacturas más expuestas a las importaciones. Es decir, que hubo un mayor desempleo relativo en los sectores manufactureros que más dependían de los insumos provenientes del extranjero.

El papel de las represalias Los precios y el empleo Mayor desigualdad

Además, la Reserva Federal observó que “si bien los aranceles estadounidenses pueden reducir la competencia para algunas industrias en el mercado interno, los socios comerciales de Estados Unidos respondieron a estos aranceles imponiendo aranceles de represalia. Estos aranceles de represalia pueden perjudicar a los fabricantes estadounidenses al reducir su competitividad en los mercados extranjeros”. Principalmente porque aumenta sus costos de producción, pero también porque afecta las cadenas de suministro cada vez más interconectadas a nivel internacional. En otro análisis, investigadores de la Universidad de Princeton y de la Reserva Federal de Nueva York, también señalaron cómo los hogares estadounidenses y las empresas importadoras asumieron costos adicionales de 3,200 millones de dólares mensuales, mientras duraron los aranceles de 2018, a diversos países, incluyendo México y Canadá. Y no solo eso, también tuvieron que asumir pérdidas irrecuperables por 1,400 mdd al mes. Estas pérdidas y costos adicionales fueron fruto de la baja de la eficiencia en las manufacturas, las represalias de otras economías y también del hecho de que los productores locales, protegidos por los aranceles, pudieron aumentar sus precios y sus márgenes a costa de una menor competencia externa. Otros estudios añaden que los aranceles sumaron al incremento de la inflación al consumidor y no solo eso, también a los costos de inversión de las empresas. Y un estudio de Tax Foundation estima que los aranceles impuestos por Trump y Biden, principalmente a China, aumentaron los costos anuales para los hogares de Estados Unidos en 625 dólares. “Los aranceles impuestos por Trump y Biden reducirán el PIB a largo plazo en un 0.2%, el stock de capital en un 0.1% y el empleo en 142,000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo”, refiere la organización. Pero además, existen evidencias de que los consumidores estadounidenses tuvieron que pagar 817,000 dólares en precios más altos por cada empleo creado en la industria de las lavadoras. Y 900,000 dólares extra, por cada plaza creada en la industria del acero. Donald Trump prometió, para su segundo mandato, devolver empleos a su país y recortar impuestos para las familias y las empresas. Para ello, está dispuesto a usar los aranceles en contra de sus principales socios comerciales. Sin embargo, un análisis del Instituto Peterson de Economía Internacional explica que los aranceles que Trump prometió en campaña para México, Canadá y China costarían al hogar estadounidense típico más de 2,600 dólares al año. Y que, en consecuencia, aún si Trump baja los impuestos a los ciudadanos, solo se beneficiaría el 1% más rico de la población en el largo plazo. “El 1% más rico experimentaría ganancias netas en ingresos porque sus pérdidas por los aranceles se ven más que compensadas por las rebajas impositivas propuestas por Trump”, señala el reporte.

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