En el mercado de Santa Fe, en el poniente de la Ciudad de México, las personas, la mayor parte de ellas, mujeres, comparten recetas y consejos para ahorrar algunos pesos en un contexto de inflación que no da tregua. “Compro pechuga [de pollo] y pido el hueso aparte, lo pongo a hervir y pongo la sopa de fideo con tallarines, una zanahoria y una papa. Y ya tengo sopa sin jitomate”, explica Sheyla Palacios. La señora Higinia, mientras tanto, ha optado por sustituirla por arroz blanco. El jitomate, básico en la dieta mexicana, es uno de los productos que más han subido en esta escalada de precios, que cambian de un día para otro. En dos meses, de junio a agosto, el kilo subió 20%, de acuerdo con la Calculadora de Inflación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). “He pagado hasta 80 pesos por un kilo de jitomate y 50 por uno de limón, hasta 40 pesos por una lechuga cuando antes costaba 15 pesos la pieza”, se queja Palacios. Tras la pandemia y con la guerra entre Rusia y Ucrania, las economías de todo el mundo sufrieron un aumento en los precios de alimentos y servicios . En la primera quincena de octubre, México llevaba 43 meses consecutivos con índices de inflación fuera de la meta de Banco de México (Banxico) que es de 3% con un rango de tolerancia de un punto porcentual al alza o a la baja. El contexto global y local ha impedido que la institución a cargo de Victoria Rodríguez Ceja cumpla con ese mandato.

Las consecuencias del cambio climático

El periodo inflacionario más largo de la historia contemporánea inició en abril de 2021, cuando apenas llegaban las vacunas para proteger a la población y la actividad de los comercios empezaba a normalizarse. En la primera quincena de octubre de este año, la inflación fue de 4.69%. “Hemos tenido tres brotes inflacionarios del 2000 para acá. El primero fue a raíz del incremento de los precios de los commodities a nivel internacional, el segundo, por el famoso gasolinazo en enero de 2017, y el tercero, el actual, yo le llamo la inflación pandémica, pues surge de un fenómeno global que afectó a México y a todos los países del mundo, y todos hemos estado batallando el tratar de regresar la inflación a su nivel”, explicó Jonathan Heath, subgobernador de Banxico, durante una reunión con medios de comunicación e integrantes del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) a mediados de agosto. Esteban Polidura, director de Inversiones para las Américas de Julius Baer, refiere que la elevada inflación “es un problema que es todavía global”, y no exclusivamente de México o de Banxico. Apenas, la inflación anual en Estados Unidos cayó en agosto a 2.5%, la menor tasa desde febrero de 2021, refiere la Oficina de Estadísticas Laborales. Mientras que México desacelera su inflación a menor ritmo que países como Brasil, Chile y Perú, que cerraron junio con 4.2, 4.2 y 2.3%, respectivamente. Hasta septiembre de este año, Brasil ha bajado su tasa de referencia 300 puntos; Chile, 625 puntos base, y Perú, cerca de 250; México la ha reducido 75 puntos, con respecto a los máximos alcanzados entre 2022 y 2023, refieren cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y los bancos centrales. “Todos los países estamos sufriendo por el mismo reto para poder mantener la inflación dentro de los rangos objetivo. Hay temas que están sorteando más países, como el cambio climático, que genera que los productos alimenticios sean más escasos y caros, pero algo que es particular de México es que tenemos factores internos, como el crimen organizado, que cobra derecho de piso, y ya tenemos a los limoneros sufriendo las consecuencias”, explica Víctor Manuel Herrera, presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF. El alza de los productos agropecuarios afectados por el cambio climático es también cada vez más frecuente. “A mediano plazo, el cambio climático es uno de los factores que han incidido en el ambiente de mayor incertidumbre. El aumento de las temperaturas se ha traducido en sequías, lo que afecta la producción de insumos muy importantes para los mexicanos, como el jitomate y la cebolla. Tenemos también lo que pasó con huracanes como Otis, que fue devastador e inesperado”, afirmó Galia Borja Gómez, subgobernadora de Banxico, en un encuentro en la UNAM. La producción de hortalizas se ha visto afectada este año por la sequía y lluvia en exceso, explica Juan Carlos Anaya, director general de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA). El clima extremo está dejando menos cosechas y más importaciones desde otros países para atender la demanda. “Tienes una presión sobre los alimentos desde el insumo: muchos vienen de otro país y hay que pagarlos en dólares. Y, obviamente, cuando lo haces bajo un peso más debilitado, cuesta más, como el trigo y el pan”, explica Polidura. Además, es necesario contemplar que México es el principal comprador de Estados Unidos de productos como carne de cerdo, pollo, maíz para alimentar ganado, y combustibles, refiere la Secretaría de Economía.

Dólar más caro

El costo de la inseguridad

Con una moneda mexicana más fuerte, las importaciones de alimentos, combustibles y bienes de consumo se abaratan, lo cual ayuda a reducir las presiones inflacionarias. No obstante, los analistas consultados ven lejano que el peso vuelva a fortalecerse frente al dólar en lo que resta del año, luego del resultado de las elecciones del 2 de junio y el avance de las propuestas de reformas del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, sumado a las turbulencias que se esperan derivadas de las elecciones en Estados Unidos. Banxico considera el tipo de cambio como una de las principales variables de ajuste en una economía abierta, como la mexicana. “Ante la ocurrencia de choques tanto internos como externos, los movimientos en el tipo de cambio inducen cambios en los precios relativos de los bienes y servicios comerciables respecto a los no comerciables”, señala en su reporte del segundo trimestre. La inseguridad y el crimen organizado también son factores en la ecuación. Este año, el precio del limón ya tuvo incrementos por los paros de productores como protesta por el cobro de derecho de piso, comenta Anaya, del GCMA. “A principios de julio, llegué a la Central [de Abastos] y el lugar donde usualmente se estacionan dos tráileres de limón estaba vacío. Prefirieron que el limón no se vendiera a pagar lo que les pedían”, cuenta un comerciante que pidió guardar el anonimato. “Antes les cobraban por camión, ahora tienen que pagar por caja”, agrega. De acuerdo con el presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF, diario se realizan 50 robos con violencia al autotransporte en México. El monto acumulado por pérdidas era de 4,500 millones de dólares hace un año. “Son montos cada vez más grandes, si te pones a pensar quién paga esos 4,500 millones de dólares, los pagamos nosotros a través de mayores precios”, explicaa.

Más consumo La tarea de Banxico

Solución a medias

¿La última esperanza?

Otros factores locales presionan el alza de precios en el país, como la solidez de la fuerza laboral y el consumo, que ha crecido de manera sostenida en los últimos meses impulsado por la llegada de remesas al país, refieren los especialistas consultados. Gabriel Casillas, economista en jefe para América Latina de Barclays, explica que la masa salarial en el país ha tenido un crecimiento por encima de la inflación general. Este factor, más una baja tasa de desempleo, provoca que los consumidores hagan compras y no se cumpla la teoría económica de que ante un entorno de altas tasas, los precios bajen. Del lado de los salarios, agrega Carlos Capistrán, economista en jefe de Bank of America en México, el aumento al salario mínimo ha provocado una “rigidez” para que la inflación en servicios aminore, pues las empresas y comercios trasladan el gasto de los salarios a los productos o servicios que ofertan. Casillas destaca también el incremento en el consumo constante debido a las remesas que recibe el país, que ya representan cerca de 4% del producto interno bruto, cuando en 2017 era 2%. Polidura sostiene que el banco central ha hecho lo posible para contener la inflación, pero factores externos e internos hacen ver que es poco efectivo en su mandato. “Ha hecho lo posible por contrarrestar la inflación con las tasas altas que ha tratado de mantener, pero, evidentemente, hay temas que Banco de México no puede influenciar ni controlar”, agrega. En esta última ola inflacionaria, los conflictos geopolíticos, como el de Medio Oriente, empujaron los precios del petróleo, lo que se vio en el precio de los energéticos. Capistrán no comparte la buena opinión sobre la labor de Banxico y destaca que, tras su decisión de bajar la tasa de interés de referencia a 10.75% desde 11% en agosto, existe un riesgo de que las expectativas de inflación se contaminen por culpa de los alimentos, que son volátiles en el precio. El gobierno lanzó en mayo de 2022 el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC). Aunque ayudó a contener precios, como los de los energéticos, desde agosto del año pasado, el Banco de México dejó de considerar este programa como una de las medidas que podría ayudar a contener la inflación. Los descuentos a las cuotas por el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) ayudaron a aminorar el impacto en los combustibles, por el alza del crudo en 2022, pero en la mayor parte de este año no ha habido estímulos a la gasolina Premium y al diésel. Para la Magna ha sido mínimo, mientras que en las dos primeras semanas de septiembre no se ha registrado subsidio. “Viene un inicio de sexenio difícil. Si llega a registrarse un descontrol [en el precio de los energéticos] por cuestiones geopolíticas que no permitan contener los precios o bajarlos, va a ser muy complicado que la canasta básica se pueda mantener asequible. En 2025 será difícil tener un ajuste salarial que mitigue precios tan altos”, advierte Ramsés Pech, analista de Energía y Economía de Caraiva y Asociados-León & Pech Architects. Ante las variantes que están fuera de control del banco central, el menor dinamismo de la economía aparece como el factor que podrá bajar los precios. Banxico y el consenso de analistas esperan que la economía mexicana sufra una desaceleración este año. Las estimaciones apuntan a un crecimiento del 1.5% desde el 3.2% que se registró en 2023. No obstante, Heath advierte que las presiones fuera del control del banco central, como el cambio climático y la inseguridad, serán “efectos cada vez más estructurales”. “Yo creo que siempre vamos a estar viendo un efecto de este tipo a precios y cada vez va a ser mayor. Yo diría que podríamos hablar ya de efectos más estructurales y no simplemente coyunturales. Cuando tenemos problemas de falta de seguridad y de extorsión, que se tienen que combatir, pero no hay nada del Banco de México, porque no le toca eso, simplemente tenemos que enfrentar ese problema, pero no podemos solucionarlo realmente”, explica el subgobernador. Mientras tanto, en los mercados de Santa Fe y Escandón, jefas y jefes de familia rondan los pasillos y puestos en busca del kilo de jitomate y de limón menos caro. “Hablando de la canasta básica, con que esté estable el jitomate, el tomate y el chile, podemos decir que estamos a salvo”, dice Sari Romero, una de las comerciantes del mercado, mientras despacha a sus clientes. Con información de José Ávila, Luz Elena Marcos, Dainzú Patiño y Patricia Tapia.

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